cordillera de los andes/ madre yacente madre que anda/ que de niño nos enloquece y hace morir cuando nos falta/ caminas sin rodillas/ pura de ímpetu y confianza / con tus siete pueblos a cuestas en tus faldas acigueñadas / de ti bajan cantando como denuncias consumadas / tumbadores de caoba / rompedores de araucarias / de ti bajan cantando/ en el cerco del valle de Elqui / bajo la luna de fantasma / no sabemos si somos hombres / o somos peñas arrojadas / dónde quedó la madre augur / que desde cuatro siglos llama /en toda noche de los andes y con el grito que es lanzada / otra vez suben nuestros coros / y el roto anillo de la danza / por caminos que eran de chasquis / y pespunte de llamaradas / otra vez suben nuestros coros / Gabriela Mistral.
Extracto del discurso dictado por Gabriela Mistral en el Palacio de los Conciertos de Estocolmo, al ganar el nobel de literatura, el 10 de diciembre de 1945:
Después de muchos años, cuando yo sólo sea un montoncito de polvo callado, jugad conmigo, con la tierra de mi corazón y mis huesos. Si me recoge un albañil, me pondría en un ladrillo y quedaré clavada para siempre en un muro, y yo odio los nichos quietos. Y si me hacen ladrillo de cárcel, enrojeceré de verguenza oyendo sollozar a un hombre; y si soy ladrillo de escuela padeceré también de no poder cantar con vosotros en los amaneceres.
Mejor quiero ser polvo con los que jugáis en los caminos del campo. Oprimidme! porque he sido vuestra, deshacedme porque os hice, pisadme porque no os di toda la verdad y toda la belleza. O simplemente cantad y corrred sobre mí, para besaros los pies amados. Decid, cuando me tengáis en las manos, un verso hermoso, y crepitaré de placer entre vuestros dedos. Me empinaré para miraros buscando entre vosotros los ojos, los cabellos, de los que yo enseñé. Y cuando hagáis conmigo una imagen, rompedla a cada instante, que a cada instante me rompieron los niños de amor y de dolor.